La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) hizo esta advertencia al difundir este jueves en Viena su informe anual, en el que aboga por reforzar la prevención del consumo y los programas de tratamiento para jóvenes.
El informe también señala que existen más indicios de que el cannabis, junto al tabaco y el alcohol, pueden introducir al consumo de drogas más potentes y letales, como los opioides.
«Algunos estudios (…) indican que cuanto más temprana es la edad en que se comienza a consumir alcohol, tabaco y cannabis entre los 16 y los 19 años, mayor es la probabilidad de consumir drogas como los opiáceos y la cocaína en la edad adulta», señala la JIFE.
MENOR PERCEPCIÓN DE RIESGO
«Las leyes promulgadas recientemente en determinados países por las que se autoriza el uso del cannabis con fines médicos y también su uso no médico o ‘recreativo’ (…) podrían disminuir el riesgo percibido por algunos jóvenes», sostiene este órgano de la ONU.
«Se ha demostrado que esas impresiones falsas pueden llevar a los jóvenes a iniciarse en el consumo», agregan los expertos, que vuelven a subrayar que la venta de cannabis con fines recreativos viola la normativa internacional.
La JIFE recuerda que Uruguay, Canadá y once estados de EE.UU. han regulado la venta de cannabis con fines recreativos, mientras que algunos países – como Luxemburgo – han anunciado que pretenden hacerlo y otros – como México – han abierto un debate sobre ello.
En octubre de 2018 Canadá se convirtió en el segundo país del mundo, después de Uruguay, y en el primer miembro del G7 en permitir la venta y el consumo de marihuana.
Esos dos países adoptaron esa novedosa legislación con la misma idea de fondo: la regulación golpearía a un creciente mercado negro que alimenta actividades ilegales.
El presidente de la JIFE, el holandés Cornelis P. de Joncheere, mostró en una rueda de prensa su «preocupación» por las políticas de legalización y sus «consecuencias para los jóvenes», aunque reconoció que todavía era pronto para sacar conclusiones.
El informe señala que en 2016 unos 13,8 millones de jóvenes de 15 y 16 años en 130 países, es decir, el 5,6 % del total, habían consumido alguna vez cannabis, la droga más popular del mundo.
Las tasas más elevadas de consumo de esa droga se registra en Europa (13,9 %), seguida de América (11,6 %), Oceanía (11,4 %), África (6,6 %) y Asia (2,7 %).
UN ÓRGANO CONSERVADOR
La JIFE se define como un órgano cuasi judicial formado por 13 expertos que evalúan el cumplimiento de los tratados. Numerosos analistas destacan su espíritu conservador, ya que critica cualquier iniciativa que se aleje del enfoque «prohibicionista» de las convenciones sobre drogas.
Los tratados contra las drogas solo contemplan el uso del cannabis para fines médicos y científicos, y De Joncheere llamó a los Estados a que cumplan sus obligaciones internacionales.
Este órgano ha advertido en numerosas ocasiones contra la banalización de los riesgos del consumo de cannabis, al abordar el intenso debate internacional sobre la adopción de normativas más permisivas con esta substancia.
«En toda América del Norte está aumentando la disponibilidad del cannabis y la prevalencia del consumo de cannabis es cada vez mayor», alerta la JIFE en su informe en relación a la legalización en Canadá y en once estados de EEUU.
«En 2019, el número de personas que consumieron cannabis (en Canadá) por primera vez fue casi el doble de la cifra estimada en 2018, cuando el consumo de cannabis con fines no médicos aún no era legal», asegura JIFE citando datos de la Oficina de Estadística de Canadá.
Esos datos indican que el 18 % de los canadienses adultos dijo haber probado cannabis, aunque la JIFE no desglosan los datos sobre los consumidores primerizos.
«Según la OEA (Organización de Estados Americanos), la despenalización del uso del cannabis tanto con fines médicos como no médicos podría haber contribuido a aumentar el acceso de los adultos a esa sustancia», insiste el documento.
Numerosos gobiernos han aprobado legislaciones que permiten el uso de cannabis y sus derivados en el tratamiento de numerosas enfermedades como cáncer, epilepsia y parkinson, entre otras.
OPIOIDES, LOS MÁS LETALES
Aunque las iniciativas legales que despiertan más controversias son sobre el cannabis, los opioides son las drogas que más muertes causan.
Alrededor de dos de cada tres fallecimientos causadas por el consumo de drogas se deben a los opioides, que engloban tanto sustancias procedentes de la adormidera, como la metadona o la heroína, como otros analgésicos sintéticos.
«La tasa de mortalidad mundial por sobredosis de drogas ha aumentado de manera constante desde 2000», indica la JIFE.
Los expertos destacan que el aumento de las muertes en los últimos años se relaciona con la adicción a medicamentos como el fentanilo y análogos que se utilizan para calmar el dolor y que se consiguen tanto de forma legal – por medio de receta médica – como en el mercado negro.
Entre 1999 y 2017 alrededor de 218.000 personas murieron en EEUU por sobredosis de opioides sujetos a prescripción médica, según los datos de la JIFE.
En EEUU más de 70.000 personas murieron por sobredosis solo en 2017 y de ellos unos 47.600 fallecimientos estuvieron relacionados con el consumo de opioides.
En Europa la cifra de fallecimientos es, en comparación, menor, en 2017 se comunicaron 9.400 muertes por sobredosis, de las cuales entre un 80 % y un 90 % se debieron al consumo de opioides. EFE
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