“Siempre tiene que tener en cuenta al otro (…) El educador y el educando es una unidad indivisible, el educador no existe sin el educando y el padre no existe sin el hijo, quienes nos convierte en padres son nuestros hijos”, indicó.
“Hay que ver cuál es el vehículo en el cual yo voy a poner que quiero transmitir, si el vehículo es vehículo aceptado por el otro. O sea, puede mirarme mi hijo sin tenerme miedo, es más probable que eso sí le llegue”, señaló.
Si es un niño pequeño y yo le levantó mucho la voz, y si encima de ser pequeño mi hijo yo estoy parada, en realidad soy muy amenazante no solamente con la voz. Si el niño es muy pequeñito y apenas a la rodilla me llega y yo estoy parada, desde ahí estoy levantando la voz, eso no solamente la voz ahí tiene relevancia, sino el hecho de la postura física (…) En líneas generales, lo más recomendado es que la mirada este en casi en el mismo nivel de quien yo quiero transmitirle algo”, refirió.
“Nosotros tenemos que recordar que tenemos mucho más cantidad de mensajes no verbales que verbal y en los hijos los mensajes no verbales tiene mucha más injerencia que los mensajes verbales (…) El tono de voz y la mirada, si estoy con una cara de enojada, estoy todo crispada, estoy con un enojo”, remarcó.
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